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Narcosantos (2022). Serie de Netflix de narcotraficantes coreanos basada en hechos reales.

Este segundo fin de semana de septiembre hemos tenido estrenos en Netflix bastante interesantes (Cobra Kai, Atrapados de nuevo), y ahora toca hablar de Narcosantos. Una miniserie que, a primera vista no llamó mi atención la verdad sea dicha, pero que me atrapó en su primer episodio con su historia.

Cuenta de un total de 6 episodios de una hora aproximadamente cada uno, y nos llevará a conocer la historia de Kang InGu (Ha Jung-woo) y como acabó metido a traficante de drogas en un país lejano y desconocido.

Está basada en hechos reales, una coletilla que suele atraer mucho, pero que a mi personalmente en esta ocasión me sonaba a rollo patatero. Pues, me equivoqué. Aunque como nos dice su protagonista al principio de Narcosantos: puedes creer que sucedió así, o no. Y la verdad es su trama supone un aire fresco muy entretenido y lleno de acción, que se agradece.

Narcosantos. Todo por el de dinero.

Algo que nos queda claro en Narcosantos es que el dinero manda. Sea cual sea tu situación personal,todos en este mundo tenemos el deseo de tener más dinero. Si eres de los afortunados que puede vivir ‘del cuento’ con suficientes billetes, da igual, siempre vas a querer más. Y si eres de los que tienen que trabajar e ir recortando gastos para llegar a fin de mes, pues que te voy a contar que no sepas…

Kang InGu pertenece al segundo grupo desde que nació. Tuvo la mala suerte de nacer en una familia pobre donde sus padres tenían que trabajar casi todo el día para poder darles un techo y comida a sus hijos. El joven quedó huérfano demasiado pronto y tuvo que sustituir a sus padres para sacar adelante a su familia.

Así que si hay algo que el hombre desea es dinero para darle a su familia tranquilidad y seguridad, algo que él no pudo tener cuando era joven. Ha trabajado duro para tener lo que tiene, un modesto local de karaoke que le permite mantener a su familia, aunque él siempre está pensando en ir a más.

narcosantos

Por eso, cuando un antiguo amigo de colegio le propone un negocio redondo, empieza a plantearse si no será eso lo que necesite para conseguir esa estabilidad que tanto añora para sus hijos. Y como una señal del cielo, el karaoke es cerrado dejando al hombre sin trabajo.

Así que no le queda otra que intentar sacar provecho de ese negocio de su amigo. A primera vista parece algo fácil que si sabe llevar bien, le va a dejar mucho beneficio: exportar rayas desde un pequeño y ‘recién nacido’ país colindante con Brasil, Suriname.

Ahora ya no hay nada que impida a InGu aventurarse a probar fortuna en ese pequeño país, así que su amigo y él deciden ir a emprender. Todo parece ser tal y como le habían contado con respecto a la compra del valioso pescado. Pero el ambiente político por allí está revuelto, y eso le llevará a una situación de desamparo, con la suerte de cruzarse en su camino el padre Jeon YoHwan (Hwang Jung-min), un hombre servicial que no dudará en ayudarlo.

Y aquí es cuanto todo se complica de una manera que no sorprende y que en realidad esperaba. De pronto el ingenio InGu se ve metido de lleno en un problema que desconocía y que le llevará a afianzar aun más su deseo obsesivo de ganar dinero para mantener la seguridad de su familia, aunque para ello ponga en peligro su vida.

Acción e intriga.

Vale, una historia más de narcotraficantes y blablabla. Pues si, así es, y encima basada en hechos reales. Entonces ¿por qué verla? Primeramente de todo porque es diferente. Se que suena raro, pero Narcosantos está cargada de inocencia y positividad. Incluso en los momentos más tensos y cuando la intriga está en lo más alto, notamos esa seguridad de InGu que lucha por un futuro mejor para su familia.

Y ya te digo que para poder conseguir esa tranquilidad, va a tener que pasar por momentos realmente difíciles donde su vida está en peligro constantemente. Pero él no se rinde, persigue su meta sin importarle nada más, seguro de si mismo.

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Esto hace que Narcosantos no se convierta en una historia lúgubre de narcotraficantes. A esto se le une la intriga que nos ofrece el saber que el hombre es un infiltrado del gobierno coreano para poder atrapar a un capo de la droga. Estaremos constantemente en tensión, viendo como los planes se cambian a última hora sin saber qué va a suceder después. Por cierto, su enlace Choi ChangHo (Park Hae-soo), actor que vimos en El juego del calamar y La casa de papel: Corea.

InGu se convierte en ese espía perfecto que debe improvisar continuamente para evitar que la operación se vaya al garete. Todo ello coordinado con el gobierno, aunque se tomará ciertas licencias para que los planes salgan como se habían pensado.

En un país con un gobierno corrupto, donde las bandas toman el control de las calles, InGu se ve inmerso en el mundo de la distribución de droga. Donde nadie se fía de nadie. Donde no hay amigos que valgan ya que quien hoy te da la mano, mañana podría volarte la cabeza. Una historia que te atrapa y te mantiene atento a cada nuevo movimiento en esta partida de ajedrez donde la suerte no es algo con lo que puedan contar.

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