Atenea (Athena) es una película francesa que Netflix estrenó en el mes de septiembre de 2022. Si tuviéramos que definir con una palabra la sinopsis de la misma, esta sería violencia. Pero por suerte podemos utilizar más palabras para hablar de ella, porque hay mucho más detrás, y eso es lo que vamos a ver en este pequeño artículo.
La película viene de ganar el premio como mejor película en los Premios Colaterales de la 79 edición del Festival de cine de Venecia. Un premio paralelo a los galardones principales otorgado de forma independiente por asociaciones de críticos de cine, clubes y asociaciones culturales, y profesionales del cine.
Su director es Romain Gavras, hijo del director Konstantinos Gavras (Costa Gavras), un prolífero director con una extensa carrera y una colección de premios y nominaciones a sus espaldas. Romain ha heredado la pasión de su padre por el cine, pero no solo se dedica a la dirección. Ha participado como actor, productor e incluso se ha atrevido con la música participando en la realización de varios video clips. De hecho, en Atenea incluso ha participado en escribir el guion junto a Ladj Ly y Elias Belkeddar.
El sello de Romain Gavras es muy personal. Todas sus obras se caracterizan por ser una llamada de atención a la sociedad, y lo hace de una forma trasgresora que no deja indiferente. Y justamente eso es Atenea.
Atenea. El principio de una guerra civil en Francia.
Hace unos años pensar en algo como guerras era inimaginable. Pero el mundo ha cambiado demasiado en muy poco tiempo y ahora mismo ya nos sorprende nada de todo lo malo que pueda suceder. Atenea nos trae una historia que ya ha ocupado muchas páginas de periódicos y muchas horas de informativos: los asesinatos racistas.
Así que de eso no voy a hablar, se lo dejo a otros, y solo diré que ahora mismo cualquier pequeña chispa puede empezar un fuego que no seamos capaces de apagar, y mucho de eso tiene Atenea. Sin más que añadir, ahora me centro en deciros mi opinión sobre la película.
Atenea es una de esas cintas que no te deja indiferente. Mientras la estás viendo sientes una angustia controlada y un halo de miedo al ver una situación que podría ser real. Tu corazón queda dividido entre las dos partes que intervienen en ella.

Una de ellas nos vendrá de manos de Abdel (Dali Benssalah), un joven musulmán perteneciente al cuerpo militar francés. La otra parte es la formada por Karim (Sami Slimane), un joven revolucionario que inicia el desafío contra las fuerzas del orden.
Hasta aquí todo parece la típica película de dos bandos, cada uno con sus razones que son suficientemente fuertes como para llevarlos a enfrentarlos hasta que gane el más fuerte. Pero no es así. Ambos jóvenes están unidos por la sangre ya que son familia, y ambos jóvenes han sufrido la pérdida de su hermano menor supuestamente a manos de la policía. Si, Abdel y Karim son hermanos.
Esta lucha por descubrir al asesino del joven desatará una revolución que lejos de apagarse irá creciendo hasta un punto donde no hay vuelta atrás. Vamos, la chispa que antes mencionaba. Karim encontrará apoyo entre los más jóvenes y juntos se harán fuertes en su barrio Athena, donde la policía ha ido a detenerlos.

En SinSpoiler.
Impactante.
La violencia es la bandera que los protagonistas de Atenea hondean sin miedo. Pero hay muchas formas de verla. Su director ha optado por una forma inquietante que no te deja indiferente. No se anda con rodeos, empezamos la película metiéndonos de lleno en todo el meollo del asunto. Aquí no hay medias tintas, ya habrá tiempo para dar explicaciones. Lo primero es que el espectador entienda qué es lo que tiene delante.
Atenea impacta. La manera de contar esta trágica historia se sale de lo corriente. El enfrentamiento entre hermanos donde el espectador no sabe muy bien hacia que lado decantarse choca con el ritmo frenético que viviremos durante los casi 100 minutos que dura la película.
Escenas grabadas cámara en mano para acercarnos a ese nerviosismo donde todos corren para cumplir unas órdenes que les permitan mantenerse atrincherados, haciéndose fuertes frente a las fuerzas del orden. El ajetreo de estos revolucionarios queda patente en cada escena, centrándose en planos cortos de los personajes para movernos rápidamente hacia todas partes sin necesidad de volver a usar el recurso de cámara en mano, que ya sabemos que suele cansar al espectador si se abusa mucho de él.

Todo en Atenea está estudiado al milímetro, un espectáculo visual creado para llegar a lo más profundo del espectador y dejarlo con el alma en un puño. Escenas llenas de dramatismo donde puedes sentir esa rabia que produce la impotencia, y así comprender que solo queda un camino que recorrer y este no es bueno.
Desde el principio puedes suponer cómo va a acabar Atenea, pero eso no es lo importante. De hecho su final, y te hablo de sus últimos minutos, es una de las críticas más feroces que hace su director a esta sociedad.
El verdadero asesino del joven deja de ser algo relevante (repito que eso se lo dejo a otros). Y nos deja viendo una escena tremenda donde los que han sufrido por la muerte de un familiar y amigo son los peores parados de esta historia. Como si la vida se riera de ellos. La violencia que inició la revolución les lleva a generar más violencia, donde los peores parados volverán a ser los mismos de siempre.