BigBug supone el regreso del director francés Jean-Pierre Jeunet tras diez años de inactividad. Es un hecho que las plataformas de streaming cada vez tienen más peso en la industria audiovisual. Muchas son las producciones que optan por ellas a la hora de estrenar sus películas sin pasar por la gran pantalla. Otras se estrenan en cine y en tan solo un par de meses acaban formando parte del catálogo de alguna de las más importantes compañías de televisión a la carta.
Está claro que si optan por estrenarse directamente en la pequeña pantalla es por que estas les van a dar más beneficio que el cine. Además de otra cosa que es igual de importante que el dinero: les da fama. Cada vez el número de usuarios de las plataformas de streaming es mayor, y eso significa una mayor audiencia. Incluso cuando a una gran parte de espectadores no le haya gustado, siempre se hablará de la serie o de la película. Y por supuesto, seguirá disponible para posibles visualizaciones.
Eso mismo debe de haber pensado el director francés cuando decidió estrenar su regreso cinematográfico en Netflix. El director de Amelie, Delicatessen y La ciudad de los niños perdidos, entre otras, regresa con una comedia futurista, llena de situaciones absurdas, con momentos caóticos, y con un final con acción incluida. Todo ello impregnado por su particular visión que nunca deja indiferente a nadie.
BigBug: no apto para todos
Jean-Pierre Jeunet es un director diferente, y eso lo ha dejado patente en sus anteriores películas. Ahora regresa con toda su esencia acentuada en esta comedia futurista que nos lleva hasta el año 2045, donde los robots son parte de la vida de las personas.
BigBug tiene un humor muy particular. Durante su hora y 51 minutos presenciaremos situaciones aparentemente normales pero a la que los personajes le darán ese toque de locura, pasando de la normalidad a lo absurdo en cuestión de segundos. Esa armonía rota es una de las características del director. Capaz de transformar una escena tranquila en un situación donde todo se patas arriba.
Y en el caso de esta película lo hace aportando un humor sencillo, como de diario, con el que todos hemos incluso bromeado algunas veces. Esto hace que BigBug se convierta en algo cercano. Lo que sus protagonistas dicen es algo que todos hemos pensado en algún momento. Son personas normales viviendo una vida normal, hasta que los robots los encierran en una casa.
Ese sentido de humor y esa forma de contar una historia es atenuado por los actores que interpretan a los personajes de esta película, que contribuyen de forma magnífica con sus interpretaciones a crear este pequeño desastre que tiene lugar en casa de Alice. Cada uno de ellos es un tópico en sí mismo, y cumplen a la perfección con el papel que se les ha dado.

Pero esta forma tan particular de ver una invasión robótica puede que no guste a todos. Sus escena picantes, algo incomprensible dada la situación, ¿quién se pone a pensar en eso cuando estás viendo noticias en las que parece que el mundo se acaba? Los robots amigables y esa obsesión por cuidar de los humanos, y ese inquietante Yonix que aparece a mitad de la película y que supone un antes y un después. Sin duda, BigBug es de esas películas que o te gusta o no la soportas.
Un mensaje claro
En clave de comedia absurda, BigBug nos muestra el avance del mundo en unos 30 años. Los robots forman parte de nuestra vida ayudándonos desde tareas sencillas hasta otras más complicadas. Eso provocará que el ser humano se convierta como un niño mimado al que le dan todo hecho.
Ya no hay necesidad de limpiar, ni de cocinar, ni de casi trabajar hasta jubilarse, ya que siempre hay un robot dispuesto a hacer estas cosas por ti. Una comodidad extrema que conlleva una vida donde el más pequeño de los problemas supone un drama que pone patas arriba toda su vida. Y para eso están los robots, para hacer fácil la vida.
Esta dejadez absoluta hace que los propios robots creen un protocolo que los ponga a las órdenes de todo, manteniendo a los humanos como sus esclavos. Por lo menos esa es la intención que tienen. Los humanos son unos seres inferiores que han quedado obsoletos.
Curiosamente, en BigBug se da la paradoja de unos robots que sueñan con ser humanos. Algo que resulta incomprensible en unas máquinas que no tienen sentimientos. Pero esa obsesión por ser uno más, por pertenecer a un grupo, viene a ser otro reflejo de esta sociedad donde deseamos ser otros para ser aceptados.

La casa museo de Alice también podríamos tomarlo como un espejo de nuestra sociedad. Esa manía por lo vintage que últimamente está de moda, donde nos obsesionamos por recuperar esos objetos que formaron parte de nuestro pasado. Una especie de recuerdos de una época que nos parece mejor que la que ahora vivimos.
Protagonistas de Bigbug
Alice (Elsa Zylberstein): Es la dueña de la casa donde los protagonistas están encerrados. Está divorciada y tiene una hija. Es amante de todo lo antiguo, y su casa está llena de estos objetos. Es una mujer ingenua que todavía no ha superado su divorcio.
Max (Stéphane De Groodt): Amigo de Alice, que busca algo más en ella. Se encuentra en la casa con su hijo. Es un hombre sin carácter que se deja llevar por los que le rodean para agradarles y así conseguir lo que pretende.
Victor (Youssef Hajdi): Exmarido de Alice. Acude a la casa a dejar a la hija de ambos por que se va de viaje con su nueva novia Jennifer. Es un hombre rudo e impulsivo a la vez que inteligente y resolutivo.
Leo (Hélie Thonnat): Hijo de Max. Un joven resuelto y callado al que le gusta relacionarse con los robots.
Nina (Marysole Fertard): Hija de Victor y Alice.
Jennifer (Claire Chust): Novia actual de Victor. Una joven poco inteligente y superficial, cuyo único objetivo es salir de la casa para ir a un espectacular viaje con su novio.
Françoise (Isabelle Nanty): Vecina de Alice. Una mujer cordial y amena que tiene una relación muy cercana con su vecina. Su perro es el protagonista de uno de los diálogos sobre clones que resulta muy divertido.
Monique (Claude Perron): Robot personal que ayuda en las tareas del hogar a Alice. Obsesionada con convertirse en un humano.
Greg (Alban Lenoir): Robot de compañía de Françoise, aunque luego sabremos que existe algo más entre ellos.
Yonyx 7389XAB2 (François Levantal): Uno de los robots que ha tomado el control del mundo. Se presenta en casa de Alice tras recibir una llamada de auxilio y su presencia acaba complicándolo todo de manera muy irónica.